Fernando Méndez-Leite: “Voy al cine a ver actores, el resto me interesa de manera secundaria”

MI VIDA EN PELÍCULAS El presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España rememora en nuestro ciclo su gran afición por el cine, desde los 6 años, y cómo eso condujo a que lo llevaran a un internado. El director y guionista habla de sus géneros favoritos, de las mejores películas españolas y de los directores que no le gustan
Fernando Martínez-Leite, director, guionista y escritor español, presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
LUIS MANRIQUE RIVAS  09/04/2024

Si hay una persona que mantiene intacto el asombro y la pasión infantil por el cine ese es Fernando Martínez-Leite, a punto de cumplir ochenta años (Madrid, 1944). El actual presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, desde 2022, es uno de los cineastas más polifacéticos, de crítico a director, con un saber enciclopédico sobre este arte y con una capacidad inigualable para contagiar el amor por el cine. Una afición que de niño le costó que lo llevaran un año a un internando.

El director de series clásicas de la televisión española como La Regenta, adaptación de la novela de Leopoldo Alas Clarín, es un narrador oral entrañable y con gran sentido del humor. Lo demostró en el ciclo Mi vida en películas, de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, del mes de marzo de 2024, en la sala Callao, de Madrid, presentado por Andrea Gutiérrez Bermejo, redactora jefa de la revista Cinemanía y colaboradora de Historia de nuestro cine (RTVE).

Para Martínez-Leite, la mejor película del cine español podría ser El espíritu de la colmena, Plácido… Pero no todo son amores, detesta a directores como Wes Anderson, Giórgos Lánthimos y David Russell. De ese encuentro cinéfilo surge la vida de Fernando Martínez-Leite en los siguientes episodios:

 

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Mi primera película

La primera vez que fui al cine, con 3 o 4 años, vi Bambi y salí llorando, diciendo que no quería volver nunca más. Volví a a los 6 años. La película que me hizo aficionarme fue Come to The Stable, una comedia con dos monjas, sin mayor interés objetivo. Hay una escena que me gustó, cuando las monjas van a Nueva York y recorren en un taxi Manhattan. Fue la primera vez que vi esa ciudad. Es uno de los temas que me han perseguido, Nueva York.

 

Comienzo de mi afición

Mi afición empieza en 1950, con 6 años. Yo había visto 128 películas antes de ir a lo que llamo el manicomio, el internado. Las vi entre los 6 y los 8 años. Me llevaban a verlas mi abuela y mi bisabuela. Mi afición al cine es autóctona, me la hice yo solo, era un niño solitario. Esas 128 películas las he vuelto a ver casi todas. Veía películas españolas, comedias españolas, mi actor favorito era Fernando Fernán Gómez, y Gary Cooper.

 

Voy al cine por los actores

Mi relación con el cine comienza con los actores. Yo voy al cine a ver actores, el resto me interesa de manera secundaria. Siempre digo, medio en broma y medio en serio, que mi película ideal es una con un plano enfocando la cara Liv Ullmann llorando, es la quintaesencia del actor, de la actriz. Lo que me divierte es ver actores, en tanto en cuento ellos representan personajes. Me molesta cualquier manipulación de la imagen. Lo cual no es verdad, porque me encanta Hitchcock, que era el gran manipulador.

 

Pasión por el musical

De esas 128 películas una que me marcó fue Un día en Nueva York, de Gene Kelly y Stanley Donen. Me aficionó al musical. Ese cine es lo que más me gusta en el mundo, después de los planos de Liv Ullman. Cuando miro una película y veo que se ponen a cantar le subo uno o dos puntos. Por eso uno de mis directores favoritos es Jacques Demy; Los paraguas de Cherburgo y Las señoritas de Rochefort son de mis películas favoritas.

 

Amor por las películas de amor

Me gustaban las películas de amor. Una cosa rarísima en un niño de 8 años. Una de mis favoritas es Tú y yo, la versión primera, con Charles Byer e Irene Dunne.

 

Mi admiración por Bergman

Quería ver películas de Ingmar Bergman. Su cine llegó a España en el año 61, cuando se estrenó El séptimo sello. Él ya había hecho veinte o treinta películas. Su internacionalización había empezado unos años antes con Un verano con Mónica, pero por razones de censura no había llegado a España.

 

Mi debilidad por Fernán Gómez

A Fernán Gómez me lo encontraba en la calle, vivía cerca de mi casa. Para que me prestara atención le cantaba Morena clara, versión de Lola Flores, pero él no se volvía jamás. Cuando fui director general de cine y tenía que organizar las cenas de festivales me aseguraba de que me tocara a su lado.

 

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Cuando decidí hacer cine

Cuando salí del manicomio inicié un periodo de disimulo, de convertir en secreta mi afición al cine. Con mis padres no podía hablar de cine. En el bachillerato lo que intenté fue parecer normal. Conseguí, poco a poco, que me dejaran ir al cine como si no me interesara.

Me matriculé en Derecho, no me interesaba, pero lo aprobé. En segundo o tercero de Derecho fui al campamento de La Granja y el jefe José María Casaus, que estudiaba dirección en la Escuela de Cine de Madrid, me llevó al rodaje de El vampiro de la cava baja, de Manuel Gutiérrez Aragón.

En cuarto de carrera fui un verano a París a trabajar. Conocí a José Luis Cuerda. Me dijo que trabajaba en la editorial Armand Colin, me llevó y pasé todo el verano con él cargando libros y hablando de películas.

Aquel verano del 66 ingresé en la Escuela de Cine. Compaginé el quinto año de Derecho con el curso de cine. Con 22 años fui a buscar trabajo a Televisión Española y me lo dieron como ayudante de Dirección. Estuve 27 años como realizador de plantilla.

 

La película que me cambió

La película de Éric Rhomer Mi noche con Maud me cambió. La vi en la Escuela el 20 de enero de 1970. Me hizo ver lo que yo quería hacer en cine. Me abrió a un tipo de cine completamente distinto. Rhomer me dio una entrevista en París durante una semana todos los días, de cuatro a siete.

 

Adaptaciones

Tuve proyectos maravillosos que nunca se relaizaron. Por ejemplo, Sobre héroes y tumabs, de Ernesto Sabato. O El jineto polaco, de Antonio  Muñoz molina. O Los gozos y las sombras, de Torrente Ballester

 

Perseguí La Regenta

Me siento realizado con este proyecto que perseguí a lo largo de mi vida. Ya en la escuela me quedé enganchado de La Regenta. En el 85 planteé el proyecto en TVE, fue cuando me nombraron director general de cine y dejé Televisión. Volví y planteé, de nuevo, La Regenta. Estuve seis años con el proyecto. Decía, si me muero, poner en la tumba: Iba a hacer La Regenta.

La serie original era de doce capítulos de una hora cada uno. Hice doce versiones distintas del guion. Finalmente hice La Regenta que he podido, no la que he querido.

 

El juego de armar programaciones en los cines

Hay un juego de la infancia que me gusta hacer en los ratos que no tengo nada que hacer: crear una programación para los cines de Madrid de mi época y la actual. Antes había cines de estreno, de primer reestreno, de segundo reestreno y programa doble. El ABC traía una página de publicidad con estos anuncios y lo que hacía era recortarlos y crear una programación particular. Por eso me mandaron al manicomio, pero yo en casa de mis abuelas estaba solo, no tenía niños a mi alrededor, en el colegio no hice amigos.

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