Cataluña: el diálogo de la Historia con el modernismo y el presente

En tiempos en que medio mundo se enruta hacia Barcelona, la real y la mítica, ahora que la propia ciudad recuerda su penúltimo renacer con los Juegos Olímpicos de 1992, es momento de recordar algunos de sus secretos e ir más allá de la capital de Cataluña. Un periplo cultural que va del más antiguo asentamiento románico en la península al cine más realista, pasando por las obras de arte de diferentes tiempos ­en edificios que son obras artísticas en sí mism­­as.

“Un visitante apresurado, pero atento de Catalunya, debería, enfrentarse a tres tesoros” asegura Rafael Argullol, poeta, narrador y profesor de estética:

“El arte románico alojado en las dependencias del Museu Nacional d’Art de Catalunya, en Barcelona. (Más de 250.000 obras cuya sede principal es el imponente Palacio Nacional, al final de una larga y espléndida escalinata en las faldas del Montjuïc, testigo de la ciudad como sede en 1929 de la Exposición Internacional).

Las obras modernistas de los arquitectos Antoni Gaudi i Lluis Domènech i Montaner, especialmente el Hospital de Sant Pau de este y la Capilla de la Colonia Güell de aquel. (Un álbum que incluye edificios sacados de un sueño como la Sagrada Familia y la Casa Batlló).

La pintura de Joan Miró presente en la Fundació Joan Miró. (Con más de cien mil piezas del artista catalán alojadas en un edificio-obra creado por Josep Lluís Sert)”.

Es la pequeña cabeza de iceberg que recomienda Argullol (Barcelona, 1949), autor de libros como Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza y Mi Gaudí espectral (Acantilado), a cualquier visitante de su comunidad, y que, a su modo de ver, “es representativa de la creatividad catalana”.

Ruta modernista por la ciudad incluye nueve edificios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, a algunos de los cuales se refiere la novelista Clara Usón (Barcelona, 1961), que debutó hace un cuarto de siglo con Noches de San Juan: “Si Madrid es la Villa y Corte, Barcelona es la ciudad burguesa por excelencia y el modernismo arquitectónico catalán, la mejor expresión de la época dorada de esa burguesía, entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, un periodo que tan bien retrató Eduardo Mendoza en La ciudad de los prodigios. Las originales obras de Gaudí, Doménech i Montaner, Puig i Cadafalch, …etc, entre otras la Pedrera, la Casa Batlló, el Parc Guëll, el Palau de la Música, que financiaron ufanos los burgueses catalanes, transformaron la ciudad y le dieron una proyección moderna y europea”-

Pero no todo termina ahí, explica la autora de El asesino tímido (Seix Barral), “después vendría la Semana Trágica, en 1909, y aquellos burgueses cultos, ostentosos, con veleidades artísticas, se asustaron y desde entonces procuraron ser discretos, pasar desapercibidos, para no provocar con la exhibición impúdica de sus riquezas a las clases obreras y menestral, cuyas vidas duras y asendereadas reflejó magistralmente Mercè Rodoreda en La Plaça del Diamant”.

De museos

Más cerca del mar Mediterráneo, el famoso paseo de Las Ramblas, en cuyos alrededores hay, entre muchas cosas, salas de teatro clásico y vanguardista y lugares casi secretos. En su costado norte, el Barrio Gótico transporta a otro mundo. En una de sus callejuelas aguarda el Museo Frederic Marès, de uno de los escultores favoritos de la burguesía catalana, recuerda la escritora Rosa Ribas (El Prat de Llobregat, 1963). Ese palacete, dice la autora de Lejos (Tusquets), una de las escritoras de novela negra más destacadas, “reúne parte de la colección del escultor Marès, coleccionista de tantísimas cosas que no le cupieron en su palacete y debió repartirlas en varios lugares. El principal es el antiguo Palacio Real Mayor, de los condes de Barcelona y reyes de la Corona de Aragón de tiempos medievales”.

Marès coleccionaba de todo, cuenta Ribas: “Son impresionantes las tallas policromadas de vírgenes y cristos, por ejemplo. Lo más fascinante y delirante es la galería del coleccionista donde hay postales, dedales, pipas, relojes y docenas de cosas que te pueden producir una sensación de agobio”.

Como si fuera material para una de sus novelas, Rosa Ribas cuenta que es “es sobrecogedor el salón de juguetes con soldaditos de plomo, el de carruseles y el de muñecas de porcelana que resulta inquietante. Se dice, incluso, que unos espiritistas vieron en un rincón de la sala a una niña que reclamaba una de esas muñecas antiguas porque decía que era suya”.

Una dimensión más serena es la que se vive en el jardín interior “precioso, en medio del bullicio del barrio gótico, donde hay un vergel con naranjos, un jardín umbrío con un surtidor”.

A unas calles de allí, en el mismo Barrio Gótico, espera el Museo Picasso, que se prepara para conmemorar en 2023 los cincuenta años de la muerte del gran artista malagueño. Al costado sur de Las Ramblas, en el popular Barrio de El Raval, hay dos espacios capitales, separados por una calle, que dieron una imagen innovadora que muestran el presente-futuro de las artes y son promotores de debates y diálogos sobre la actualidad y el pensamiento: el CCCB (Centro Cultural Contemporáneo de Barcelona) y el Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona).

El CCCB, es desde 1994, una especie de nido multidisciplinar de las artes y el pensamiento más actuales. Formas y fondos artísticas innovadoras que son el latido de muchas de las expresiones creativas del presente y temas candentes de la cultura, la sociedad y la política. Todo ello abordado en exposiciones, debates, conferencias, festivales, conciertos y demás escenarios. Cuenta, además, con el CCCB Lab como centro de investigación sobre las transformaciones que vive el mundo y se avecinan y propone modos de abordarlas.

Un año después, en 1995, abrió sus puertas, al otro lado de la calle, el Macba. En un edificio realizado por Richard Meier se acogen las exposiciones y artistas contemporáneos. Tiene más de cinco mil obras a través de las cuales se sigue la biografía esencial de la creación artística desde la segunda mitad del sigo XX. En sus diferentes salas se aprecian obras de artista como Antoni Muntadas, Cristina Iglesias y Bruce Nauman.

Historia

Cataluña es un ejemplo para ver cómo “toda situación del presente es hija de la Historia y la Historia tiene parte de relectura e interpretación”, afirma Daniel Fernández, editor de Edhasa y Castalia, y presidente de la Federación del Gremio de Editores de España y de CEDRO. En ese sentido, añade Fernández (Barcelona, 1961), hay dos cosas a visitar en esa comunidad que explican lo que es Cataluña y su vinculación con la vieja corona aragonesa y, al mismo tiempo, lo que significó la conciencia nacional catalana:

“En el barrio Gótico de Barcelona, con el puente gótico que es un fake y el Ayuntamiento, se puede ver lo que hay realmente de medieval y lo que se convirtió en añadido romántico. Eso es tan sutil para la lectura e interpretación de la historia como entender que Notre Dame es una recreación del arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, también destinada a la visión romántica del pasado”.

Tras este paseo, Daniel Fernández invita a ir de excursión al Poblet, al Real Monasterio de Santa María. El curioso, dice convencido el editor, “encontrará una biblioteca maravillosa con un archivo significativo y la tumba de condes y reyes con el mapa feudal medieval que servirá para entender cómo allí se hizo una construcción sobre la realidad del pasado, pero reafirmando un mundo. Eso, evidentemente, hay que trufarlo con unas cuantas lecturas, entre ellas la de Noticia de Catalunya, de Jaume Vicens Vives, fundamental para entender cosas”.

Un salto en el tiempo y en el espacio es el mundo de Salvador Dalí en el Museo que lleva su nombre en Figueres, uno de los más visitados de España. Está en una llanura del Alt Empordà, cruce de caminos entre España y Francia, sobre las ruinas incendiadas, tras la Guerra Civil española, del que fuera un teatro neoclásico del siglo XIX, coronado por sus flamantes huevos dalinianos.

De las excentricidades de Dalí y la belleza de la naturaleza, al arte más contemporáneo como reflejo de la realidad catalana y del mundo en una película recomendada por Gabi Martínez (Barcelona, 1971), uno de los más destacados cronistas de viajes y ecología, con títulos como Un cambio de verdad (Seix Barral):

“La película Alcarràs, de Carla Simón, ganadora de la Berlinale 2022, ofrece una dura mirada sobre cómo las grandes empresas están vaciando el campo catalán, pero, a la vez, justo para expresar la maravilla que se puede perder, penetra en el día a día de una familia que planta melocotones en Lleida. La trama de cariño y tensiones, la cotidianeidad de unas personas en las que muchos nos veremos reflejados, el color tocado de Mediterráneo, las fiestas populares, la comida, el carácter laborioso e infatigable de quien ama y desea cuidar una tierra, la lucha constante... Carla Simón ha filmado una obra maestra indudable aprehendiendo el espíritu de un lugar”.

Agenda cultural de verano en Cataluña

Festival Jardins de Terramar. Auditorio Jardins de Terramar en Sitges. Julio y agosto.

Festival Castell de Peralada. Peralada (Girona). Del 8 de julio al 6 de agosto.

Summerfest Cerdanya. Sant Feliu de Guíxols. Del 1 al 27 de agosto.

Festival Porta Ferrada. Del 1 de julio al 21 de agosto.

Festival Jardins de Cap Roig. Calella de Palafrugell. Del 22 de julio al 15 de agosto.

Arts D'Estiu. Espacio Paseo Marítimo Arts d'Estiu (Pineda de Mar). Del 3 al 20 de agosto.

Cerdanya Music Festival. Llivia  Porxo de Xidosa (Llívia). Del 10 al 20 de agosto.

DGTL. Festival de Música Tecnológica. Parque del Fòrum de Barcelona. Septiembre.