Karra Elejalde: “Tengo que sintonizar ideológicamente con lo que la película propone”

MI VIDA EN PELÍCULAS ... Con uno de los actores españoles que mejor maneja el drama y la comedia. Este verano estrena 'Kepler Sexto B' donde cumple, a medias, su sueño de interpretar a una especie de Quijote. Conocido por películas como 'Airbag' y 'Ocho apellidos vascos', habla de su vida en el teatro, sus secretos a la hora de actuar o del duelo entre cerebro y corazón
Karra Elejalde en un fotograma de 'Kepler Sexto B', de Alejandro Suárez.
LUIS MANRIQUE RIVAS  30/06/2023

Don Quijote es el personaje que le fascina y le gustaría interpretar a Karra Elejalde, por su interés hacia seres con la conciencia alterada. Con sesenta películas y un sin número de obras de teatro, Elejalde (Vitoria, 1960) es uno de los actores españoles que ha conquistado a los cinéfilos, sobre todo, a los jóvenes de dos generaciones distintas: en los noventa con óperas prima exploratorias e intensas, como Alas de mariposa o Vacas, y más comerciales como Airbag; mientras que en este siglo lo ha hecho con las comedias Ocho apellidos vascos (2014) y Ocho apellidos catalanes (2016) y la laureada Mientras dure la guerra. Dos mundos que fusiona en su nueva película: Kepler Sexto B, el debut de Alejandro Suárez Lozano, en la cual interpreta a una especie de Quijote cósmico en una fábula sobre la soledad y el desamparo en la adolescencia y la senectud.

“Podríamos decir que es una película de ciencia ficción y, a la vez, aborda temas trascendentales de índole social, pero no desde la soflama. Y tiene mucho de crítica social”, explicó Elejalde.

Su nombre está asociado a los comienzos de directores como Juanma Ballo Ulloa, Julio Medem, Álex de la Iglesia, Daniel Calparsoro, Nacho Vigalondo, Jaume Balagueró… Y con personajes que le han dado varios premios, entre ellos dos Goya al Mejor actor secundario.

“Tengo que sintonizar ideológicamente con lo que la película propone”, afirmó Elejalde en el ciclo Mi vida en películas, de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, presentado por Andrea Gutiérrez Bermejo, redactora jefa de la revista Cinemanía y colaboradora de Historia de nuestro cine (RTVE). Una conversación en la que recordó varios momentos de su vida en el cine que se pueden ver en el siguiente vídeo y que recogemos en estos episodios:

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La primera película que vi
Vivíamos en un pueblo de cuarenta casas, Salinas de Léniz. Mi madre nos dijo, a mi hermano y a mí, un domingo: “Os voy a llevar al cine”. Yo tenía siete u ocho años. Y nos llevó a ver Siete novias para siete hermanos. Flipamos con tanta tía y tanto tío cantando, no sabíamos de qué iba la peli, pero me fascinó.

 

El azar me llevó a la actuación
Yo soy actor porque nunca quise serlo. Quería ser pintor, poeta, escritor, cualquier cosa, menos actor, pero era muy simpático. Conocí un amigo, Toño Sanpedro, y me dijo: “Tú métete en el grupo de teatro La Farándula, es el grupo más antiguo de España”. No era un grupo de teatro profesional, era una asociación cultural no lucrativa. Ahí, de la mano de Jesús Beltrán, un abuelito, aprendí muchísimas cosas. Llevo haciendo teatro desde los 18 años, tengo 62, antes de que me hicieran la primera oferta de cine. Era una película de José Antonio Zorrilla.

 

La escuela del teatro beneficia al cine
El cine es un ejercicio de interpretación mucho más dificultoso que el teatro, pero, para mí, en el teatro está el taller. Mi profesión consiste no en sufrir, sino en haceros creer que sufro mucho. Yo soy un mentiroso profesional y me encanta este trabajo en toda su dimensión.

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El secreto de la actuación
El actor lo que hace es leer un guion, hacerse una idea del personaje, luego lo contrasta con el director que le dice: esto y esto y esto lo has pillado de puta madre, pero esto no. Una vez hablas con él, tu obligación no es hacer lo que tú quieres, es lo que el guion y el director quieren, y tú ponerte en sus manos. El actor pocas veces elige, el actor es el elegido. Yo tengo que sintonizar ideológicamente con lo que la película propone.

 

La clave es la verosimilitud
El trabajo nuestro como actores no será nada sin todos los que están trabajando para que este personaje sea verosímil. ¡Ay de ti, actor o actriz, si no te crees a ti mismo, mal vas a hacer creer a los demás nada! No puedes convencerles si tú no estás convencido.

 

El compromiso con la comedia y el drama
Es más difícil hacer comedia que drama. Hay recursos para hacer llorar, no así para hacer reír. La comedia surge, lo dirán los griegos, de la catarsis que se crea cuando vemos que un ser humano está sometido a los caprichos de los dioses. Y eso que le pase, si es trágico es drama y si es cómico es comedia, crea una catarsis en tanto en cuanto yo empatice y me sienta como ese señor. Así que no existe comedia si no hay un tío con problemas.

 

Apoyo a las óperas prima
Cuando voy a festivales de cortos o de óperas prima hablo de lo imprescindibles que son como futuro de nuestra industria. Yo hice la primera, segunda y tercera películas de Medem. Hice la primera, segunda y tercera películas de Bajo Ulloa. La primera de Álex de la Iglesia, la primera de Calparsoro, la primera de Jaume Balagueró… Yo he visto cómo empezaban siendo cortometrajistas y han acabado siendo directores consagrados.

Decían que yo era el director fetiche de los nuevos realizadores, pero no es un acto de generosidad, me siento muy cómodo con ellos porque están menos resabiados. Me desenvuelvo muy bien con ellos. En esta profesión cada plato se cocina con una salsa distinta. Es una profesión en la que no todo está dicho.

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El cine me ponía de los nervios
Al principio, la cantidad de condicionantes técnicos me ponían de los nervios. El teatro es de progresión dramática. En el cine vas por trozos: primero ruedas que te mueres, luego que naces, luego la boda y la primera comunión. No tenía dominio. Pero aprendí que son el mismo oficio, pero que se tiene que hacer de diversa manera. Protestaba, hasta que un día me dijeron: “Mira Karra, eres un gran actor, pero cuando te ponemos una marca es porque ahí te da la luz, tienes el sonido. Si tú haces una interpretación soberbia y no la haces en la marca, yo no te enfoco y te veo borroso. Así que tienes dos opciones: demostrar lo buen actor que eres, pasando por el aro de todos estos condicionantes técnicos, o vas a ser el mejor actor del mundo siempre borroso y siempre sin luz”. Y dije ¡a cambiar! Fue en La madre muerta, de Bajo Ulloa.

 

Duelo entre cerebro y corazón
Me interesan mucho los estados alterados de conciencia. Yo me leía todos los libros de Castaneda, de psiquiatría de Castilla del Pino, de chamanismo. Por eso escribí una trilogía sobre las drogas. Ese estadio en el que uno no es del todo cabal. Utilizamos del cerebro solo el 5%, y a mí el cerebro me apasiona. El cerebro debe primar sobre el corazón. Si todos los políticos de España primaran el raciocinio y el cerebro sobre el corazón, el caos y el modo de llevarnos y tratarnos sería totalmente distinto. Utilizamos poco el cerebro.

 

La censura de lo políticamente correcto
Airbag 2 no se podría hacer hoy. He hecho guiones más suaves y no han prosperado. En la censura te decían: ¡Esto no! Pero ahora, es triste que tú mismo te censures pensando en lo políticamente correcto. Tengo escrito North Wester, otra de vascos y gallegos. Así como en Airbag nos juramentamos, Fernando Guillén Cuervo y yo, que íbamos a tirar más de diez mil balazos y no iba a morir nadie, en North western nos juramentamos que vamos a morir todos. Pero nadie tiene pelotas de sacarla adelante. Ya ni me pongo a escribir. Hemos llegado a un momento de lo políticamente correcto… y a mí descafeinar las cosas no me pone.

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