Marta Sanz: “Siempre he buscado lectores anhelantes, atrevidos, porque quiero creer que es lo que yo he sido en la vida”

CLUB DE LECTURA La escritora madrileña conversa con sus lectores sobre su novela más reciente: 'Persianas metálicas bajan de golpe' y sus secretos a la hora de escribir. Una obra de ciencia ficción para narrar el presente a través de una distopía, de una comedia musical, de un relato realista
La escritora Marta Sanz. /Foto cortesía editorial Anagrama
WINSTON MANRIQUE SABOGAL  12/04/2024

Marta Sanz es una poeta narradora y una narradora poeta que le gusta “sacar las cosas de contexto para romper las expectativas de quien lee. Y que, a través de la forma, te tengas que hacer preguntas”. Lo ha hecho siempre en sus novelas, poemarios y ensayos. Y lo ha llevado a sus límites en Persianas metálicas bajan de golpe (Anagrama), a través de una historia situada en el futuro, para hablar y reflejar el presente político-social, emocional, sentimental y existencial. Para ello, ha creado un territorio llamado Land in Blue (Rampsodia) que hunde sus raíces en la realidad y los temores presentes.

Se trata de una historia que es distopía, ciencia ficción, relato ciberpunk, comedia musical, novela realista, drama existencia… Y todo eso, y más, a la vez. De ese futuro que se cuela por las grietas del ahora, Marta Sanz habló en el Club de Lectura de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, en la sala Callao, de Madrid, como invitada del mes de marzo. La autora de obras como Amor fou, Farándula, Clavícula, Daniela Astor y la caja negra, Black, black, black y Pequeñas mujeres rojas conversó con el autor Rafael Caunedo, coordinador del ciclo, y con los lectores.

A partir del mundo colonizado por la tecnología cibernética desplegado en Persianas metálicas bajan de golpe, Marta Sanz compartió su experiencia y secretos como lectora y autora, y sus reflexiones sobre por qué sus escritos buscan un lector exigente. Una mujer que escribe en el salón de su casa frente a retratos de fantasmas amables de sus antepasados, rodeada de mucha luz natural, y con la banda sonora de la vida de la calle que se cuela por sus tres ventanas.

De ese encuentro surge este Diccionario Marta Sanz:

 

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Lector

Siempre he buscado lectores anhelantes, atrevidos, porque quiero creer que es lo que yo he sido en la vida. Los que nos dedicamos a este oficio, o al menos era así antes, lo hacíamos desde la pasión lectora. A mí me encantaban esos lectores que, como decía Ida Vitale, me ayudaban a empinarme, me sacaban de mis casillas, hacía que las palabras en un texto literario no significaran exactamente lo mismo que en otros textos.

 

Escribir

Como escritora intento buscar a las personas de la intrepidez, del desconcierto. Siempre pido eso: intentar buscar las palabras para contar lo que no ha sido contado desde esa forma. En literatura la forma es el fondo, es la actitud que pido frente a una visión de la cultura muy demagógica y complaciente, que tiene que ver con la concepción de los que leen como clientes. No hay cosa más desconcertante que un lector que me diga: ¡Véndeme tu libro! Eso me desarma. Yo puedo intentar explicar lo que hice.

Pido personas atrevidas y personas anhelantes. Esto de la cultura tiene que ver con el conocimiento, las emociones y las conmociones que compartimos a través de la palabra, y para eso hay que saltar a la baldosa de Mary Poppins, aunque sé que ahora no es correcta, pero me sigue gustando, ¡flipo con el deshollinador!

 

Cultura

La verdadera literatura es con un afán medio transformadora, aunque esto pueda sonar un poco ambicioso en los tiempos que corren. Que para mí son los tiempos de la superficie deslizante, la ola del 5G y todos estos asuntos, lo epidérmico, el hipertexto, los vínculos, del tiempo de cansarnos. Seguramente, la aproximación verdaderamente revolucionaria a la cultura tiene que ver con eso: tómese usted su tiempo. Sobre todo, los libros tienen algo que se puede relacionar con las montañas rusas, pero también tiene que ver con la práctica de la espeleología, de cómo las palabras y la combinación de las palabras te resultan sorprendentes y retadoras.

 

Retos

Intento que cada libro busque su lenguaje y retarme a mí misma en cada libro. Aunque soy consciente de que, por ser yo la persona que está escribiendo, hay fantasmas que se van a repetir como esa insistencia en asuntos que tienen que ver con los cuerpos, la mirada femenina, la enfermedad, cierta sensibilidad hacia la realidad política y social, la transgresión, lo que consideramos normal y no lo es. Esto es importante para mí, pero busco que cada pregunta que quiero compartir con los lectores encuentre su lenguaje pertinente.

 

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Distopías

Quería plantear una distopía que no fuera reaccionaria. Porque hay quien piensa que hacer una distopía es porque era alguien reaccionario, conservador que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. Piensas que no hay futuro. ¡No! Las distopías son necesarias para visibilizar las grietas. La esperanza no se construye solo con terrones de azúcar. Discursos sobre la esperanza pueden ser demoledores. Para mí es una novela realista.

 

Complejidad

Hay un hilo central en la novela que se relaciona con cómo a medida que la tecnología se hace más compleja, a medida que surgen esas inteligencias artificiales que, supuestamente, se pueden emancipar a través de una sofisticación del lenguaje, que acarrea una sofisticación del pensamiento y el razonamiento, va en paralelo el adelgazamiento de nuestro propio discurso. Con nuestro acervo lingüístico, con funcionar por la vida con más de 1.500 palabras. Una sintaxis que sea compleja y que te permita expresar, también, un pensamiento complejo. Ese empobrecimiento lingüístico repercute en lo afectivo. Eso está vinculado, también, a vivir experiencias afectivas matizadas complejas, distintas, y eso es lo que cuenta la novela.

 

Escritoras

Existe el mito de que las mujeres para ser creativas debemos estar locas como si no tuviéramos suficiente mundo interior. Y eso no es así. Es importante decirles a las chicas que quieren escribir que no hace falta meter la cabeza en el horno, ni hacer nada disparatado.

 

 Transgresión

Cuando escribo poesía me gusta sacarla del espacio previsible de la poesía y, de repente, en un poema ser cortante o ser soez o ser rutinaria y dar un golpetazo, porque sales de ese lenguaje preconcebido de la poesía que tiene que estar lleno de tilines. Y al revés, cuando escribo novelas huyo de esa eficacia funcional de la prosa que relaciono con la ética protestante y el espíritu del capitalismo. La prosa no tiene que ser siempre idéntica a sí misma. La prosa de las novelas no tiene que ser siempre intensa ni cortante. La prosa puede ser de munchas maneras, en función de lo que tú quieras contar. De hecho, la novela es un género omnívoro. Me gusta sacar las cosas de contexto para romper las expectativas de quien lee. Y que a través de la forma te tengas que hacer preguntas.

 

Progresismo tecnológico

En la máscara del progresismo tecnológico hay algo profundamente reaccionario. Eso de que, si no te subes al tren, el tren te arroya. Como poco, lo deberíamos repensar, conversar.

 

Inteligencia artificial

No hay que hablar de la inteligencia artificia como un ente. La culpa de lo que nos pasa no la tiene el monstruo de Frankenstein, la tiene el doctor Frankenstein.

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