Agustín Fernández Mallo: “Estar enamorado es dejar que alguien te meta en su cabeza”

En pocas obras conviven diferentes géneros literarios con naturalidad y con un concepto que los una. La obra de Agustín Fernández Mallo es uno de esos ejemplos, con dos puntos ineludibles: la poesía y el pensamiento. Si es narrativa es ficción ensayística-poética-filosófica, si es un poemario es poesía-narrativa-filosófica. Su título más reciente, El libro de todos los amores (Seix Barral), es un proyecto literario en el que
forma, fondo y tema están al servicio de un asunto transversal en toda su literatura: el amor.

“Todo lo que hago es poesía disfrazada de otra cosa”, reconoce este físico escritor. Fernández Mallo (La Coruña. Galicia, 1967) fue el primer invitado de 2023 al Club de Lectura de Ámbito Cultural de El Corte Inglés, en Callao, Madrid, conducido por el escritor Rafael Caunedo.

Fernández Mallo desvela que tiene su momento más placentero entre las diez de la noche y las dos de la madrugada, cuando su cerebro vive una pirotecnia de ideas. Un detalle que desveló en este Club de Lectura, de donde surge el Diccionario Fernández Mallo:

Amar

Amar es dejarse poseer por una persona y que esa persona se deje poseer por ti. Estar enamorado es algo así como dejar que alguien te meta en su cabeza y juegue contigo en su cabeza y a ti no te importe.

Amar / Querer

Solo se puede amar a un semejante, a una persona. No creo que se pueda amar un objeto, no creo que se pueda amar a un país, a un animal, etcétera. Se puede querer todo eso, pero amar no; querer en el sentido no de quererlo, sino de querer disfrutarlo. Solo entiendo el amor como un diálogo con alguien equivalente a ti… Y querer se pueden querer muchísimas otras cosas, aunque no sean equivalentes.

Amor

El amor es siempre bueno, o siempre necesario. Debería estar penado el exceso de amor o, por ejemplo, usar la palabra amor para todo: amo este coche, amo este libro. ¿Qué tontería es esa? ¿Cómo se explica que ames un coche? De tanto usar la palabra amor se pierde el significado.

Amor, Pantone del

Lo que hice con el libro fue una especie de Pantone de tipos de amor. Así surgió la idea de escribir esos pequeños fragmentos y ponerles abajo el tipo de amor, una paleta de colores de amores.

Apocalipsis / Muerte

Soy cero apocalíptico. El apocalipsis es una cosa que llevan treinta siglos vendiéndonos para meternos miedo. Cuando le introduces el miedo a alguien ya lo tienes dominado y controlado, lo tienes captado. El mundo no se va a acabar, es imposible, no tiene sentido, a no ser que te metan miedo. Con esto quiero decir que la muerte está presente en el libro como una resurrección. En mi libro estos dos personajes han sido elegidos para refundar un nuevo mundo, una especie de Eva y Adán. Es un libro que habla de que el mundo no se acaba y que la muerte no existe en verdad. Creo en la extinción de un cuerpo, pero toda la gente que he amado y que ha muerto en mi cabeza sigue viviendo.

Configuraciones del amor

El amor que todos queremos es algo que tenemos muy claro. Es lo más frágil que hay, y lo más extraño. No hay que olvidar que es una emoción que está configurada socialmente. No es lo mismo el amor como se configuraba en el siglo XVIII que en el siglo XIX, o que hoy. Cada época va configurando su forma y te das cuenta de que hay muchísimas clases de amor y de afecciones. Me di cuenta de que, en realidad, no sabía nada acerca del amor, por eso, a lo mejor, lo escribí, para investigar poéticamente ese mundo, y me lo pasé muy bien. Yo no me lo puedo pasar bien si no me excita algo intelectualmente, una persona, un objeto, sino me aburro.

Emocapitalismo

Es la forma en que el capitalismo maneja nuestras emociones, para hacernos creer que son emociones puras, no contaminadas por las transacciones interesadas, pero que están mediatizadas por el dinero y por una transacción de obtener algo. Es cuando el capitalismo se da cuenta de que para obtener beneficios ya no vale el viejo dicho de Foucault de vigilar y castigar. Ya no es algo coercitivo, no te obliga. El capitalismo te seduce a través de la publicidad para que tú hagas todo eso y pagues contento. Como el amor, que está totalmente mediatizado por el mercado.

Escribir

Saber escribir en realidad es saber relacionar cosas. Saber escribir no es hacer frases bien hechas, bueno, o sí, pero, eso se aprende. Saber escribir es saber crear y eso solo se crea relacionando cosas que estaban por relacionar. Si ustedes son capaces de relacionar este sillón con una cosa que acaban de ver en la calle, están obteniendo una conexión metafórica inédita, eso es crear, crear el mundo a través de un lenguaje.

Escribir / Planificar

Nunca planifico lo que voy a escribir. Voy como cuando escribes un poema, todo va apareciendo como en una red, por intuiciones. A lo mejor estoy una semana sin escribir, y un día, de repente, estoy escribiendo tres meses seguidos. Escribir es como estar enamorado, o como tener un hijo, ver crecer… Es algo orgánico. Si tú preparas antes lo que vas a hacer se verá muy rígido y te decepcionas a ti mismo. Cuando algo no sale hay que olvidarlo, si es bueno ya volverá y hay que, tranquilamente, dejar que las cosas maduren.

Estructura literaria

Mis libros están construidos como en forma de red, son nodos conectados por enlaces. De ahí que se pueda unir en un segundo un spot publicitario, supuestamente, de baja cultura con un pensamiento de mucha altura, supuestamente, cultural o filosófico. Yo no trabajo con planteamiento, nudo, desenlace, ni justificaciones para llegar de un lugar a otro. Yo conecto metafóricamente un nodo con otro. Esa forma de estructurar en red una ficción es lo que me permite conectar cosas.

Experiencia

No se puede escribir de nada si no lo has experimentado de algún modo, aunque sea imaginariamente. El amor, por ejemplo, tienes que haberlo vivido, de verdad o imaginariamente para poder escribirlo.

Idea

Si crees que una idea es buena no hay que apresurarse, ni hay que ponerse ansioso, porque si es buena vuelve y encaja perfectamente en un lugar en donde antes no encajaba. Es esa idea de cuando vas en el coche y enciendes los faros que siempre apuntan a un lugar más allá. Cuando llegas al lugar donde apuntaban los faros, los faros ya no están apuntando ahí, están apuntando a otro lugar más lejano. En el amor uno cree que llega a un lugar, pero cuando llega, el amor ya está en otro lugar, te pide algo más.

Literatura

Yo estoy en la literatura para investigar el mundo de una manera poética. En esa investigación lo que no puedo hacer es repetirme a mí mismo porque, entonces, para empezar, yo mismo me aburro. Eso me viene por mi formación en ciencias, donde estás acostumbrado a que siempre tienes que estar investigando, no puedes estar repitiendo lo que ya has hecho tú mismo o han hecho otros.

Publicidad

La publicidad me parece fascinante. Es lo mejor de la televisión, hay vídeos publicitarios que me parecen fascinantes, poéticos, de buena factura, piezas que son verdaderas obras, verdaderos poemas. Aparte, me interesa su dimensión ya no estética, sino su dimensión social. Cuando llego a un país que no conozco, lo que hago es poner la televisión, porque a través de la publicidad tú ves cómo es un país.

Pulsión de muerte

En el amor no hay pulsión de muerte, porque tú lo que estás pretendiendo es diluirte en la otra persona, fundirte en la otra persona, perder tu identidad en la otra persona. Por lo tanto, es una forma de muerte, claro… Es muy lógico que, para muchas tradiciones, incluso para esta tradición culta europea, el amor y la muerte estén unidos porque ambas son una forma de desprenderte de algo que tenías.

Realidad

Todo pensador lo que tiene es que jugar con los límites de la realidad para alumbrar algo nuevo. Si no llegas a un límite, no investigas.